Solicitamos su permiso para obtener datos estadísticos de su navegación en esta web. Si continúa navegando consideramos que acepta el uso de cookies. OK | Más información
INICIO AGENDA CUARTETO GRANADA
01

SÁBADO DICIEMBRE

2018

CUARTETO GRANADA

20:00, Teatro Apolo, Almería


Cuarteto núm. 3 en Do Mayor, op. 76 , HOB: III:77 “Emperador” de F. J. Haydn A raíz del éxito aplastante de su segundo viaje a Londres, Franz Joseph Haydn fue legítimamente considerado el mayor compositor de Europa. Aclamado como el inventor del cuarteto de cuerdas y padre de la sinfonía moderna, su fama internacional llevó al Conde Joseph Erdödy a encomendarle un conjunto de seis cuartetos de cuerdas. Durante la década de los 90 del s. XVIII, el cuarteto de cuerdas como género había sufrido un rápido proceso de transformación. Dejando de estar confinado a los salones y salas de visita de las residencias privadas, migró ardientemente - a menudo transportando mensajes sociales o políticos – hacia el dominio público. Haydn incorporó en su Cuarteto de Cuerdas en Do Mayor, compuesto durante la época turbulenta de las Guerras Napoleónicas, su himno patriótico "Dios Salve al Emperador Franz". La melodía pronto se haría oír a través del Imperio Austríaco. El Cuarteto de cuerdas en Do Mayor, op. 76, Nº 3, adecuadamente titulado "El Emperador", se inicia con un radiante Allegro que desarrolla y da continuamente nueva forma a una única melodía. Se sugirió que esta melodía contiene un anagrama musical del himno del Emperador. En cualquier caso, el desarrollo contiene una referencia musical clara al Conde Erdödy, ya que Haydn da a su melodía un sabor húngaro característico.

El emocional y evocativo Poco Adagio presenta el himno propiamente dicho, inmediatamente seguido por cuatro variaciones. Cada miembro de la agrupación interpreta la melodía inalterada del himno, apoyada por acompañamientos imaginativos y variados. El Menuetto hace sonar una rústica danza campestre, mientras que el contrastante Trío se desarrolla de una forma tranquila y cantante. Los acordes menores que dan comienzo al Finale representan un escenario de batalla entre el Emperador Franz y Napoleón. El progreso, desarrollado por pasajes rápidos y sujeto a un extenso proceso de variación y transformación temática, llega eventualmente a la tonalidad mayor, sugiriendo así una victoria cautelosamente optimista al Emperador Franz. Cuarteto núm. 3 en Fa mayor, Op. 73 Compuesto en Moscú en 1946, es considerado uno de los mejores y más bellos cuartetos del autor. Si en la Novena Sinfonía de Shostakovich, encontramos al hombre que quiere olvidar los desastres de la guerra, con el Cuarteto número 3 sigue dando vueltas a la filosofía del dolor y la lucha. De hecho, para algunos su Cuarteto número 3 viene a ser una vuelta a su Octava Sinfonía.

Por otra parte, la Sinfonía número 9 fue escrita en poco más de un mes, entre el 26 de julio y el 30 de agosto; el cuarteto, sin embargo, iniciado en enero del mismo 1946, no estuvo preparado hasta 2 de agosto del mismo año. Demasiado tiempo para un músico que solía escribir con la rapidez de un genio. La pieza fue dedicada al Cuarteto Beethoven, y no casualmente: su maravillosa escritura, el empaste sonoro de los instrumentos, los recursos sonoros mostrados constituyen un impresionante estudio-homenaje al género. Probablemente en esta composición Shostakovich encuentra por primera vez la verdaderamente genuina voz del cuarteto de cuerda. Hoy se escucha no sólo como una de las piezas de mayor envergadura formal y sonora de la serie.

Por primera vez Shostakovich sobrepasa los cuatro movimientos preceptivos de la forma clásica, y la clasificación que escoge para cada uno tampoco es usual: Allegretto, Moderato con moto, Allegro non troppo, Adagio y Moderato-Adagio, es decir tres tiempos de velocidad media seguidos y dos lentos para, podríamos decir, dos bloques discursivos que se muestran como las dos caras de un misma moneda: la violencia y la angustia que ésta produce. Formalmente sigue atendiendo a fórmulas clásicas: sonata para el primero, dos scherzi en forma de rondó, una passacaglia con variaciones y otro rondó en forma de sonata. Lo novedoso no está en la forma, sino en el tratamiento de los materiales y en el desarrollo de las secciones: es aquí donde encontramos al Shostakovich apremiante, insistente, mordaz y distante, en sana convivencia con su yo más contemplativo y, por qué no decirlo, frugal. A través de sus 15 cuartetos se irá repitiendo este rasgo, tan contradictorio pero a la vez tan esencializado; tan propio del carácter ruso, paradigmático especialista en hacer del sufrimiento una filosofía.